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miércoles, 28 de julio de 2021

TRANSFORMACION DE LOS SACERDOTES EN JESUS

 

TRANSFORMACION DE LOS SACERDOTES EN JESUS

Beata Conchita Cabrera de Armida

(Extraído de: Cruz de Jesús de la Cuenta de Conciencia)

 

 

 

 

 

 

Al transformarse los Sacerdotes en Mí, en la Misa, pasan a ser hijos de María Inmaculada, al ser Yo misma en ellos.

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c. c  49

89-90

4098

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

  “Y mira cómo el Espíritu Santo tuvo parte en la fecundidad de estas palabras en la Consagración, porque venían de María en la Encarnación del Verbo, cuya Obra fue por El ejecutada en esa Virgen singular.

       El Espíritu Santo, hace un gran papel en la Eucaristía, lo cual poco o nada se tiene en cuenta: vuelve a reflejar la Encarnación, y en cierto sentido a reproducirla en esas palabras sagradas, y aún en cada alma que comulga.

       Por aquí veras, como la transformación de María en Mí, ha trascendido en gracias para la transformación de otras almas, y con especialidad, en la de los Sacerdotes, pues que tenían en cuenta Ella, el papel que estos debían desempeñar.

       Papel de pureza, de santidad, de transformarse en Mí, imitándola  Ella.

       Por eso, hija mía, por la gracia de la Encarnación Mística, te he pedido que tú repitas, no por lo que vales, si no por lo que tienes, y por mis fines, estas benditas palabras: “Este es Mi Cuerpo, Esta es Mi Sangre”  en un solo cuerpo, sangre, alma y sentimientos con  tus hijos.

       Este es el canal de gracias para ambas Congregaciones, el mismo del altar por el cual el cielo se derrama en gracias. Esa es la manera de alcanzarlas; y ahora que te he descubierto este secreto de María te digo, que al repetir con el alma pura y con el cuerpo crucificado estas palabras: “Este es Mi Cuerpo, Esta es Mi Sangre”  lo hagan en mi unión, sí (porque esto es indispensable para que tengan valor), pero también pensando en mi Madre que me dio ese Cuerpo y esa Sangre: en mi Madre, que desde la Encarnación, se ofrecía y me ofrecía, y el Espíritu Santo Autor de la Encarnación e inspirador de toda gracia fecunda, y todo esto, para honrar al Eterno Padre.

       Y mira hija: Estas palabras, nunca se pronuncian en vano. En la Misa por su poder transformativo, y en las almas que se unen a Mí y a María con el Espíritu Santo como te he explicado tiene poder fecundativo o de fecundación.

       ¿Y por qué en su principio y fondo, proceden del Espíritu Santo”.

 

       Pero Jesús mío. ¿Qué no las dijiste tú?

       Sí las dije, pero el inspirador de ellas, y el que les dio la facultad de transformar y multiplicar, fue el Espíritu Santo.

       Ahora entenderás un punto que no se te había ocurrido. Que estas palabras sagradas de: “Este es Mi Cuerpo, Esta es Mi Sangre”, son palabras transformadoras, y que no puede ni debe pronunciarlas sino un alma transformada.

       ¿Entiendes ahora la santidad, que debe de tener un Sacerdote para celebrar los sagrados misterios? ¿Comprendes con cuánta pureza, con cuánto amor debes pronunciarlas tú, y tus hijos cuando tengan las condiciones del paso de transformación?

       ¿Ves la conexión que todo esto tiene la  Trinidad y con el fin de las Congregaciones de la Cruz, y con María y con los Sacerdotes, cuyas culpas especialmente al consagrar indignamente, deben ellos y ellas expiar en tu unión?

       Aquí tienes una clara explicación, una síntesis del corazón de las Obras. Mira si son grandes: mira porque las amo y si merecen todo aprecio y estimación. El mundo no las comprende, pero dominarán al mundo en todos sentidos, siendo una poderosa palanca en favor de la Iglesia, un brazo precioso, para mi mayor gloria.

“Y si todos los cristianos desde el bautismo, son su templo, los Sacerdotes muy especialmente, no sólo son su templo, sino su posesión. Porque el Padre se los dedicó enteramente al Espíritu Santo, regalándoselos. Porque el Hijo, Yo, los conquisté por mis méritos infinitos. Y por el mismo Espíritu Santo, que al encarnar al Verbo en María, se gozó también en divinizar la vocación Sacerdotal con el contacto del Verbo, el Sacerdote Eterno, poniendo en esa vocación (eterna al Padre), una fibra de su fecundación, en el seno de María, y con el contacto también de pureza, que había de distinguirlos tomado de su Inmaculada Esposa, imagen de la Iglesia.

       Por derecho, pues, le pertenecen los Sacerdotes de una manera muy especial, al Espíritu Santo, que de muy atrás le deben favores inauditos, y gracias estupendas, que muy poco le agradecen.

       ¿Quién cuidó, si no, su vocación, hasta conducirlos al altar?

       ¿Quién infundió en ellos ese apartamiento del mundo y amor a la pureza?

       ¿Quién les dio fortaleza y valor, para dejar lazos naturales, y entregarse para siempre a Dios en cuerpo y alma?

       ¿Quién les regaló la fortaleza para las abnegaciones futuras, para los sacrificios constantes, para las soledades del alma y del corazón?

       ¿Quién les abrió los caminos y les inspiro los heroicos renunciamientos humanos que necesita un Sacerdote al llegar al altar?

       ¿Quién los ha sostenido antes y después en sus internas luchas que sólo Yo veo, y quién los ha elevado a la altura de su vocación y dado la victoria?

       El Sacerdote ignora toda la acción salvadora, fortalecedora y santificadora que le debe al Espíritu Santo, y las luchas que ha tenido y tiene con Satanás cuidando sus cuerpos, y sus almas, prontas estar a ser desgarradas por el espíritu del mal. Y sólo cuando la voluntad humana se ha rebelado contra El, ha tenido que dejar el campo con gemidos inenarrables al enemigo, pero pronto a volver a tomar posesión de lo Suyo, en el momento de ser humildemente invocado por el arrepentimiento.

       El Espíritu Santo es tan fiel, que jamás abandona a quien se le ha confiado. Es mi Espíritu, hija, Soy Yo mismo en El y en el Padre, en cuanto a una sola Divinidad, todos ternura y caridad. Somos quienes nos contristamos con las rebeldías e ingratitudes de los Sacerdotes que tanto amamos y que tanto deben a la Trinidad Santísima.

       Pero también nos alegramos de sus triunfos, y nos gozamos en remunerarlos con más y más carismas de amor, y de gracias y de virtudes y de dones, para premiar sus victorias.

       Nunca está sólo el Sacerdote, sino que la Trinidad misma lo acompaña a todas partes de una manera muy especial; lo protege a todas horas, y lo ama siempre.

       Esta Trinidad inmensa, inefable y eterna está siempre velando sobre él, y a la disposición de él, diré, para ser utilizada en su favor, y en el de los fieles, en el cumplimiento amoroso de su ministerio.

       ¡Todo un Dios infinito a la disposición del Sacerdote en sus ministerios, y en sus Sacramentos! ¿Qué te parece?

       Pues para perfeccionar esa vida de intimidad con la Trinidad, vengo a pedirle su transformación en Mí, que es de justicia, y a darle un don más para él, una perla más para su corona.

       Para esto he tocado el corazón del Sacerdote en todas sus fibras principales, en estas amorosas Confidencias, ampliando sus caminos de santidad en la tierra, y abriendo ante sus ojos, un horizonte de perfección, la cual está en su deber, alcanzar para llenar mis designios sobre él en la tierra.”

VII

50

302 - 307

3205

 

Un Sacerdote impregnado de Amor Divino, es un Sacerdote Perfecto.

Pero hija, vamos a Mi conclusión de siempre. ¿Cómo se facilita para El Sacerdote esa  misión de pureza y amor, en los que se funde su vocación? ¿Cómo se desarrollan esos santos elementos, sustancia de su alma y de su vocación? ¿Cómo llega a la cima, a la meta de los designios de Dios en él?

 

Por medio de su transformación en Mí, fortificando la debilidad de su ser de hombre con mi Ser Divino; su substancia débil y frágil por cuanto lo contiene el hombre, de pureza y de amor con la substancia Mía, de amor y pureza que lo fortifique y tenga su perfecto desarrollo.

 

Es indispensable para que un Sacerdote cumpla con su Vocación Sacerdotal la Transformación en Mí, en la que todo se le facilitará, creciendo el fuego divino en su alma y la pureza que le comunicó María en todo su esplendor.

 

Señor: ¿Y qué a Ti te dio María de su pureza?

Yo se la dí primero a Ella, pero Ella me dio cuanto tenía y era Ella, sí, fue toda y siempre, amor y pureza. Y cuando Mis Sacerdotes sean todo amor y pureza ¿no te figuras cómo cambiará el mundo y se matará en él la sensualidad en que está envuelto, de la que se han impregnado las almas?

 

Urge, hija, que surjan ya en Mi Iglesia más multiplicados, más depurados, mis Sacerdotes transformados en el que es Amor y Pureza en sus dos naturalezas, es indispensable este nuevo impulso en Mi Iglesia para enfrentar el espíritu con la materia, lo sobrenatural con ese mundo de almas materializadas que han ahogado lo divino que en ellas llevan.

 

Es preciso que surja joven y vigorosa, como lo es siempre Mi Iglesia, con esa legión de Sacerdotes, Yo, unificado en sus pastores y en esa unidad de la Trinidad que he pedido a Mi Padre y que, en un arranque, diré, de su amor infinito hacia el Hijo, hacia Mí, Dios-Hombre, me ha concedido el que sean unos Conmigo y con Él, por medio de su Transformación en Mí, Yo en ellos, el Padre y el Espíritu Santo en Mí, formando todos una sola unidad.

 

Claro está que Yo siempre he deseado esto y que ha sido un deber en los Sacerdotes el procurarlo, pero el nuevo favor consiste en las nuevas gracias alcanzadas por las nuevas plegarias de un Dios-Hombre, de tu Jesús, que estoy pronto y además ansioso en derramar en los corazones Sacerdotales que me escuchen y se presten libre y espontáneamente, con amor a recibirlas.

VII

51

7 - 10

3208.b

"Los sacerdotes transformados en Mí, hija mía, tiene poderes santos y carismas y gracias de valor infinito para el cielo, comunicados. Poseen las miradas del Padre, las complacencias del Padre, porque con mi Potencia divina ellos desaparecen en Mí y entonces el Padre no ve a tal o cual sacerdote, sino a Mí, su Hijo amadísimo, en él.

Mi Divinidad los absorbe, los endiosa y aunque ¡claro está! que queda la creatura humana, queda ésta sublimada, divinizada, transformada en Mí.

 

VII

51

12

3208.c

Pero no creas que por esto los sacerdotes no sientan el peso de sus miserias, ni dejen de tener luchas y tentaciones y tierra, porque andan en la tierra y son de tierra; lo que sucede es que, transformados en Mí, pesa más en ellos lo divino que lo humano; y con los dones con que el Espíritu Santo los adorna y los regala, tienen más fortaleza para resistir el mal, más energía divina para rechazarlo, más libertad para volar, menos cadenas que los aten, más impulsos santos que los eleven, más valor para el sufrimiento, más libres de sí mismos y más unidos y compenetrados Conmigo.

 

51

12 - 13

 

       “Mira, hija: Al participarles Yo a mis amados Sacerdotes los desposorios con mi Iglesia Santa (habiendo tenido en cuenta que eran, otro Yo, por su transformación en Mí) al darles mi Padre con el Espíritu Santo esa esposa pura, inmaculada a la vez que fecunda en su virginidad y santa, sólo les pido para merecerla el precio mismo que Yo di por Ella: el poner todo mi amor y toda mi voluntad en la voluntad siempre amorosa de mi Padre.

VII

51

119 – 120

3211.d

Marzo 12

Hablo Jesús. Verbo-Amor al Padre

       “Y, mira: Yo quiero en mis Sacerdotes la perfecta Transformación en Mí, para que su vida entera sea un acto de amor continuado a mi Padre Celestial, porque ésa fue mi vida en la Tierra y la que aquellos deben continuar. Todos sus pensamientos, sus palabras, sus obras, sus anhelos, sus ilusiones, sus trabajos exteriores, su vida interior, etc. etc., deben tener en ellos un solo fin; el de Glorificar a Mi Padre.

       Nada deben hacer, como Yo en la tierra, sin levantar antes su alma hacia mi amado Padre, ofreciéndome y ofreciéndose en cada acción, sobre todo del Sagrado ministerio.

       Yo le debo la vida a mi Padre, porque me engendró como su Verbo, en un arranque o arrebato divino, hondísimo e intensísimo de amor; me engendró en el amor y broté en su seno santísimo y fecundísimo de amor”.

VII

51

146 - 147

3213.a

En esa Iglesia amada puse mis esperanzas como Dios-Hombre, de la glorificación de mi Padre; y en la transformación de los Sacerdotes en Mí, el medio infalible de esa glorificación, multiplicándome en mis Sacerdotes para que en ellos mi Padre me contemple a Mí, en quien tienen todas sus complacencias.  

VII

55

140 - 153

3284

SACERDOTES TRANSFORMADOS POR EL ESPIRITU SANTO

 

 

 

 

Pues, ¿Qué cosa es la base de la transformación de los Sacerdotes en Mí? El Amor, y ¿Quién es el Amor sino el Espíritu Santo?

VII

52

213 – 224

3224

 

 

 

 

 

Pues mis Sacerdotes deben también crecer día por día, instante por instante, más que en cantidad, en virtudes, en celo por las almas, en su unión Conmigo, en su transformación en Mí, en esa vida interior e intensa indispensable en los Sacerdotes, por la cual recibirán luz, gracias y energías de santos, por el Santo de los santos.  Conchita Cabrera

 

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